EXPOSICIONES

PLÁSTICA Y MÍSTICA

Diálogo entre lo material y lo espiritual.

Tanto la mística como la pintura abstracta buscan explorar lo espiritual y lo inexplicable a través de formas no convencionales. Esta conexión se manifiesta a través de la contemplación del objeto del arte no representativo, misterioso o extraño.

Observar además de lo puramente visual para transmitir una experiencia profunda a través de la obra. Lo místico es inenarrable, en este sentido, la pintura abstracta puede llegar a ser un medio para explorar lo inefable y lo trascendental, invitando al espectador a sumergirse en un mundo de significados más allá de lo tangible, lo indecible.

Haciendo visible lo invisible, el arte nos sirve de nexo con nuestro propio ser; en la abstracción se expresan sobre todo emociones, ideas o conceptos; vibraciones y energías que suceden a partir de la combinación de elementos formales, cromáticos y gestuales.

El estado de contemplación es la experiencia estética completa, de lo infinito a partir de lo concreto, de lo espiritual a partir de la materia. La composición vibrante de colores, la combinación de formas más o menos geométricas o racionales, pueden suscitar asombro, serenidad o trascendencia en el espectador, permitiendo conectar con dimensiones más profundas de la experiencia humana.

Los procesos artísticos requieren de la pericia y el conocimiento, pero la pretensión es proyectar luz, ver la realidad sobrepasando el velo de las apariencias, acercarse a la esencia de las cosas, llegar al interior a través de una experiencia sensorial.

«El arte, apuntaba Kandinsky, no es una creación sin propósito, surge de una necesidad interior y sirve para desarrollar y refinar el alma”.

Como realidad concreta y objeto sensible, la cualidad estética de las obras es reflejo tanto de la intencionalidad del artista como de la percepción del espectador, las obras de arte son portadoras en sí mismas de una verdad espiritual. Por ello se habla del disfrute del arte como una fuente de placer y este placer es íntimo, curioso y detenido en el tiempo. Esta verdad o belleza oculta es la que determina el aspecto místico, que en esta obra no es la temática sino la vivencia, un registro gráfico y plástico de la pasión creadora de la artista.

Mirar con detenimiento, es ir más allá de lo que captan los sentidos o la razón, sin ningún objetivo de encontrar o buscar significantes, sino sólo dejarse llevar por la propia experiencia de la contemplación, un acercamiento atento y solitario.

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